La frase más bonita
Te doy la bienvenida al espacio de “La Jurista de las Emociones”
Seguramente te estarás preguntando: ¿qué es esto?
Llegaste a un espacio donde el Derecho, la justicia y los derechos humanos adquieren un nuevo significado, a través de la sensibilidad, la empatía y el amor.
Y esto, ¿es necesario? ¡Claro que sí!
Los derechos humanos viven también a través de nuestras emociones: ellas tienen el poder de moldear no solo nuestras vidas como personas, sino también las comunidades y sociedades en las que vivimos.
“La Jurista de las Emociones” quiere mostrar que el Derecho no es solo una herramienta poderosa para regular la conducta de las personas, sino también un camino hacia una vida más plena, equilibrada y justa para todas las personas.
¿Quieres saber un poco más de este nuevo proyecto? Te invitamos a explorar esta página web y nuestras redes sociales.
Conoce a la Jurista
de las Emociones
Irene Spigno, originaria de Cagliari (Italia), es Doctora en Derecho Público Comparado por la Universidad de Siena (Italia). Actualmente, es catedrática y directora general de la Academia Interamericana de Derechos Humanos de la Universidad Autónoma de Coahuila (México).
Es autora de más de 150 publicaciones científicas, y sus áreas de especialización abarcan temas como Teoría de la Constitución, Teoría de los Derechos Humanos, Derecho Constitucional, Derecho Constitucional Comparado, Estudios de Género y Derechos Humanos, Derecho Internacional, así como la intersección entre Derechos Humanos y Emociones.
© Eduardo Corrales
Conoce el primer libro de
“La Jurista de las Emociones”
¿Quién defiende nuestras emociones?
Nadie. O, mejor dicho, nadie más que cada uno de nosotros. No hay tribunal que las garantice, ni sentencia que las proteja, ni abogado que litigue por ellas.
Tampoco sería concebible una ley que nos obligue a ser felices, a sentir paz interior o a evitar el enojo. Sin embargo, las injusticias que sufrimos impactan profundamente nuestras emociones, y son precisamente las emociones las que nos definen como seres humanos.
Porque ser humanos en el siglo XXI, el siglo de los derechos humanos, implica, entre otras cosas, tomar conciencia de cómo cada persona puede hacer algo, por pequeño que parezca, para crear un mundo más justo, libre e igualitario.